MEXICO INDEPENDIENTE

Las primeras décadas del nuevo país independiente se caracterizaron por una gran inestabilidad política, graves conflictos internos y externos y, sobre todo, por una gran recesión económica. Desde el primer momento de su existencia, la nación trató de instaurar una forma de gobierno aceptada por la mayoría de sus ciudadanos. Ante la falta de acuerdos políticos entre las diferentes facciones y los altos cargos del gobierno, México se caracterizó en sus primeros años de vida por ser el escenario de incontables pugnas y enfrentamientos. Al mismo tiempo, tuvo que buscar su reconocimiento internacional y hacer frente a las agresiones de países extranjeros como, por ejemplo, España, Francia y Estados Unidos.

Una vez concluido el proceso de independencia, se formaron una Junta y una Regencia Provisionales para que se encargaran del gobierno del país. Asimismo, se convocó un Congreso, el cual ratificó lo fijado en el Plan de Iguala y los Tratados de Córdoba: México tenía que adoptar la monarquía absoluta como forma de gobierno y ofrecer el trono a Fernando VII u otro miembro de la familia real española. No obstante, las Cortes españolas no reconocieron ni la independencia de su antigua colonia ni lo establecido en los documentos referentes a ella. De esta manera, la joven nación se vio obligada a buscar su propio gobernante. Poco después, Iturbide sería proclamado como primer emperador de México (julio de 1822). Sin embargo, una serie de desacuerdos y conflictos entre éste y el Congreso provocó su destierro y su posterior ejecución.

Después de la caída del imperio de Agustín de Iturbide, se proclamó la primera Constitución de México (4 de octubre de 1824), que declaraba al país como una república federal representativa, fijaba la división de poderes entre el Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial y establecía el catolicismo como la religión oficial del Estado. El periodo de la República Federal (1824-1835) se caracterizó por una serie de rebeliones y golpes militares que se produjeron como resultado del ansia de poder y el descontento de la población con ciertos gobiernos y sus respectivas reformas. Asimismo, en este periodo los españoles invadieron el territorio de México con la intención de reconquistar su antigua colonia; no obstante, fueron derrotados y obligados a retirarse. Unos años más tarde España reconocería finalmente la soberanía de México (1836).

Para acabar con los problemas del periodo de la República Federal se intentó crear un gobierno centralista. Para ello se promulgó en 1836 las Siete Leyes, una constitución conservadora que mantenía la representación y la división de poderes, a la cual se agregaba el Poder Conservador. Durante la fase de la República Centralista (1835-1846) el joven país se vio involucrado en la guerra de Texas (1835-1836), territorio mexicano que se independizaría y más tarde se incorporaría a los Estados Unidos. Asimismo, hizo frente a la primera intervención francesa en su territorio, en un conflicto conocido como la “Guerra de los Pasteles” (1838-1839).

El descontento de ciertos grupos con el gobierno centralista provocó su caída y la restauración de la república federal. La Segunda República Federal, como es conocido el periodo de la historia de México que va de 1846 a 1853, se caracterizó por la agudización de los problemas internos, entre los que destacaron golpes de Estado, rebeliones indígenas y crisis económica. Asimismo, fue en este período cuando tuvo lugar la guerra contra los Estados Unidos (1846-1848), ante los cuales México perdería más de la mitad de su territorio.

Esta situación trajo como consecuencia el regreso al poder en 1853 de Antonio López de Santa Anna, antiguo presidente de México en numerosas ocasiones. Para estabilizar el país éste se vio obligado a restaurar el gobierno conservador y gobernar de forma autoritaria y dictatorial. No obstante, la administración de Santa Anna provocó el descontento de los liberales, quienes en marzo de 1854 se sublevaron, causando la renuncia al poder del presidente y su posterior exilio.